martes, 7 de febrero de 2017

Trobada de febrer de 2017




Ahir va tenir lloc la trobada mensual (primer dilluns de mes) dels diLLUMS d'ARts al Forn, al Forn de la Canonja a Tortosa.
Es tracta d'una trobada informal de gent amant de la cultura, per a compartir impressions, conèixer-nos, mostrar la nostra obra, xerrar, encetar projectes... tant se val si són escriptors, músics, pintors, ceramistes, o simplement consumidors de cultura; gent amb una àmplia trajectòria al seu darrere o gent que està escrivint el seu primer llibre, o comença a tenir ganes de mostrar allò que pinta.
Ahir, per exemple, Sílvia Panisello ens va llegir el poema amb què fa poc ha guanyat el premi Ramon Ferrando de poesia, i jo, un dels poemes del premi Terra de Fang.
Dins del meu àmbit, m'agrada recomanar llibres, i llegir-ne un fragment o vaig fer amb el recull de contes nens de llet, de Damià Bardera, i la novel·la Ei guardià de les trufes, de Fèlix Edo. D'aquest llibre en vam fer la lectura d'un petit fragment, amb la col·laboració de Sílvia Panisello, Mercè Falcó i Joan Panisello.
Ens deixem sorprendre per les tapes que ens ofereixen al Forn de la Canonja, i Agustí Forner ens prepara un cremat, que ja comença a ser tradició.
En resum, xalem.
Tothom hi és benvingut, i si voleu més informació, en podeu trobar al blog, a la pagina de facebook, o al correu dillumsdartsalforn@gmail.com

domingo, 5 de febrero de 2017

L'article del mes

L'article que aquest mes ens recomana Sisco Lahosa:
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¿Cuánta verdad es deseable?
Este artículo es el fruto de una conversación durante un encuentro casual en un tren con el filósofo, escritor y profesor Francesc Torralba, tres la cual me envió ¿Cuánta transparencia podemos digerir?, título de uno de sus libros que recomiendo.
Hay personas con un elevado concepto de sí mismas, idealistas que desdeñan al mundo y al prójimo por su falta de transparencia, que nunca encuentran en el otro la honestidad que les suponía, gente a la que deprime la falta de claridad ajena. Pero el concepto de transparencia necesita una reflexión. Sin lugar a dudas, ser cristalino es un valor en alza, especialmente en un entorno con tantos casos de corrupción política y en una Sociedad donde la mentira y la trampa son rentables, dada la laxitud y lentitud de la justicia. Pero como dice Torralba en su libro, llevamos años haciendo un mal uso de esta palabra. Hemos traicionado la importancia que tenía y que dábamos a la palabra dada. Si se cree en la palabra de alguien no se necesita su transparencia. Por tanto, el auge que ha experimentado este concepto no es ni un triunfo ni una buena noticia, sino el síntoma de que la palabra ha perdido su valor y el resultado de una ausencia de confianza.
Pero ¿qué ocurre en las relaciones personales? ¿Cuánta transparencia queremos en elles? A priori, desearíamos saber si nos aprecian de veras. Querríamos saberlo todo sin tener en cuenta que la total transparencia puede hacer mucho daño porque la verdad suele ser, de hecho, muy dolorosa.
Hay personas que creen y afirman que es mejor no saber. Si no nos enteramos, no sufrimos y el problema es del otro, del que miente. De ahí el dicho “ojos que no ven, corazón que no siente”. Pero Torralba desvela en su libro un aspecto aún más interesante: la importancia de los secretos, que desempeñan un papel fundamental en las relaciones personales y llegan a ser uno de sus motores más preciados. Probablemente si supiéramos absolutamente todo de alguien, no sentiríamos atracción alguna por esa persona. Conocerse es en realidad el proceso a través del cual dos personas deciden ir descubriendo sus enigmas al otro: sus deseos, sus manías, sus intimidades, sus fobias, sus adicciones, sus defectos y virtudes. En ese transcurso, uno decide libremente cuánto desnudarse ante el otro, hasta qué nivel de confianza entregarse. Se trata de un viaje sin final hacia el conocimiento mutuo que también puede permitir descubrir más sobre uno mismo.
Torralba afirma en su texto que el erotismo precisa del secreto porque, cuando este desaparece, también lo hace el interés, la seducción, el juego y el enigma. Si el erotismo requiere de la existencia de secretos y este es la cultura del deseo, se podría afirmar que sin secretos desaparece el deseo. Este es el punto en el que se debe introducir la variable tiempo. Es verdad que las relaciones de muchos años pueden producir rutina, pero si se mantienen bien significa que el proceso de descubrimiento del otro no ha terminado.
Ahora fijémonos en algunas de esas aplicaciones digitales dirigidas a facilitar las cites sexuales. Se trata de un proceso totalmente opaco y transparente a la vez: es claro en la intención porque resulta obvio lo que se busca, pero es opaco con relación a la persona porque no interesa el proceso de descubrir los secretos del otro. La transparencia es tan abismal de salida que, finalizado el encuentro sexual, lo más frecuente es que el interés mutuo decaiga tan rápido como surgió. También la pornografía consiste en despojar al otro de sus secretos, de su dimensión privada, de la parte más intrínseca. Por eso estimula el sexo, pero no el deseo de adentrarse en el autentico ser del otro.
El mundo actual está basado en la cultura de la exhibición. Es una Sociedad del espectáculo, como definió Vargas Llosa en el título de uno de sus libros. La civilización del espectáculo. Fijémonos en que la mayor parte de lo que viaja por memes y whatsapp son vídeos y fotos de coses sorprendentes, chistes, burles... Producen sorpresa, pero no suscitan interés. Es pornografía aunque no salga un desnudo. No hay secreto ni erotismo. Ver por ver, pero no afán de descubrir.
Pero volvamos a la transparencia entre personas: igual que guardar un secreto es un deber y una exigencia, también lo es el respeto a la no transparencia del otro. Podemos pedir que no haya engaño, pero no una sinceridad absoluta. Se trata – tan fácil i tan difícil- de encontrar a la persona que nos atraiga lo suficiente para adentrarnos en sus secretos y seguir queriéndola. Y confiarle los nuestros sin sentir vergüenza. En eso consiste la transparencia. No es un destino ni un objetivo, sino un viaje. La gran pregunta en toda relación, personal, laboral e incluso en el ámbito social, es: ¿cuánta transparencia deseamos realmente?.
Fernando Trías de Bes

-Escriptor i economista-